El juego es cualquier tipo de actividad que aprendemos por puro
placer, sin ninguna preocupación por el resultado final. En el caso de
los niños y niñas adquiere una vital importancia ya que mediante el
juego crecen física, espiritual e intelectualmente. Con el juego el
niño pone en marcha los mecanismos de su imaginación, expresa su manera
de ver el mundo que le rodea, de transformarlo, desarrolla su
creatividad y le da la posibilidad de abrirse a los demás.
Es vital en muchos aspectos del desarrollo social, emocional e
intelectual de los niños (as) y presenta una importante repercusión en
el aprendizaje académico. Es uno de los vehículos más poderosos que
tienen los niños para probar y aprender bien nuevas habilidades,
conceptos y experiencias. El juego puede ayudar a los niños a
desarrollar el conocimiento que necesitan para conectarse de manera
significativa con los desafíos que encuentran en la escuela. Contribuye
al modo en que los niños se ven a sí mismos. Mientras juegan, resuelven
problemas confusos y perturbadores de índole social, emocional e
intelectual. Encuentran nuevas soluciones e ideas y experimentan el
sentido de poder que surge de tener el control y de imaginar cosas por
sí solos (algo que los niños suelen no lograr en la vida real).
Esto los ayuda a desarrollar una actitud positiva hacia el
aprendizaje: descubrir cómo funcionan algunos problemas interesantes y a
resolverlos de manera creativa. Tiene un gran poder socializante pues
ayuda al niño a salir de sí mismo, a respetar las reglas que hacen
posible una convivencia pacífica, a compartir y a cuidar su entorno.
Asimismo, el juego individual de cada niño (a) evoluciona y cambia a
medida que el niño madura y adquiere experiencia y destreza. Varía entre
los niños de acuerdo a la edad, las experiencias, el ambiente familiar y
la disposición individual.
Los cambios en la infancia que han ocurrido en los últimos años
debilitan paulatinamente la calidad de juego de muchos niños. En la
escuela se ha reducido el "tiempo para jugar" ya que se da más
importancia a la enseñanza "básica" a edades cada vez más tempranas. Los
niños y sus padres tienen vidas muy ocupadas, por lo cual tienen menos
tiempo libre para jugar fuera de la escuela. Por motivos económicos y
de seguridad, la cultura de juego en el barrio que existía, ahora es
algo del pasado; debido a que los niños no tienen la libertad que se
tenía años atrás para jugar en el barrio.
Actualmente cuando los niños tienen tiempo para jugar, buscan
generalmente ver televisión (un promedio de cuatro horas por día), sin
mencionar el tiempo adicional que gastan viendo videos ó jugando con
aparatos electrónicos. Pero de todos los factores que afectan el juego,
pocos han tenido un impacto tan inquietante como los cambios que han
sufrido los juguetes en la última década.
El juego según la edad:
0 a 2 años: Etapa de los juegos funcionales, el niño ejercita sus
funciones ensayando movimientos con las manos y los brazos. Aquí
tienen lugar los juegos “hedonísticos” o de búsqueda de placer. La
inteligencia es motriz, lo que implica que no representa a los objetos
sino los tiene delante y se pierden cuando desaparecen de su campo
visual. Su principal actividad es exploratoria, busca el objeto nuevo
porque necesita manipularlo.
Se calcula que un niño de año y medio dedica el 60 por ciento del
tiempo durante el que está despierto a jugar. Prefieren hacerlo con sus
padres y hermanos o solos, eso sí, siempre cerca de su papá o de su
mamá para no sentirse inseguros.
2 a 7 años: Aparece en el niño (a) la capacidad de representación
simbólica. Ya puede representar objetos sin necesidad de que estén
presentes antes sus ojos. Adquieren gran importancia los juegos de
imitación. En esta etapa los juguetes deben servir para despertar y
fomentar la fantasía.
7 años en adelante: Ya las reglas del juego están instauradas y adquieren su mayor importancia los juegos sociales.
Importancia de los juguetes:
Los juguetes tienen una influencia muy importante en el juego.
Algunos juguetes tienden a promover un juego de mayor calidad que otros.
Los juguetes multipropósitos y desestructurados, como arcilla, bloques,
figuras genéricas y muñecas, alientan un tipo de juego que los niños
pueden controlar y moldear para satisfacer sus necesidades individuales a
través del tiempo. Los juguetes muy realistas o estructurados, como los
muñecos de acción que se basan en programas de TV o películas y,
también, en muchos vídeos juegos, pueden tener un efecto opuesto. Les
"indican" a los niños cómo deben jugar y los pueden guiar a jugar con
temas particulares de modos particulares, simplemente usando juguetes
que intentan imitar lo que ven en la pantalla del televisor o el cine.
La mayoría de los juguetes que más se venden en la actualidad
corresponden a la categoría de los muy estructurados, que están
estrechamente vinculados con los medios de comunicación. En la medida
en que los estantes de juguetes de los niños y niñas estén repletos de
este tipo de juguetes, el juego y el aprendizaje sufrirán las
consecuencias.
Cuando los niños se tornan dependientes de los juguetes que les
indican a qué jugar y les muestran cómo hacerlo, utilizan su tiempo de
juego imitando los guiones de otras personas. Como resultado, la
imaginación, creatividad y capacidad de los niños para encontrar
problemas interesantes para explorar y resolver, plataforma que
contribuye al éxito en la escuela, también puede ser socavada.
El juguete ante todo debe ser un material facilitador de la
actividad que deseamos ejercitar mediante el juego. Ejemplo: si el niño
está construyendo una torre con cubos, lo importante no son los cubos
ni la torre, sino la misma construcción.
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