El juego es la actividad más
importante de los niños. Los niños juegan, no solo para divertirse o
distraerse, también lo hacen para aprender, es su universidad, es el
termómetro que mide su salud. El juego no es una pérdida de tiempo, es
fundamental para los niños. Un niño que juega está sano física, mental y
emocionalmente, mientras que si no juega está enfermo.
Dr. Juan Casado Flores.
Jefe del Servicio de Cuidados Intensivos Pediátricos del Hospital
Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid. Profesor de Pediatría en la
Universidad Autónoma de Madrid. Presidente del Comité Científico de la
Fundación Irene Megías contra la Meningitis.
El juego como indicativo de la salud infantil
Es más importante que
observes la apetencia de tu hijo por el juego, que ponerle el
termómetro, vigilar lo que come o hacerle análisis o radiografías.
Cuando los niños de cualquier edad están enfermos o deprimidos, dejan de
jugar, porque el juego implica una actitud activa y no pasiva, precisa
un compromiso físico, emocional e intelectual activo para comprometerse
libremente en el juego. El juego es por tanto el mejor indicador de la
salud de tu hijo, es tan importante como la comida y el sueño. Si tu
hijo juega, duerme y come suficiente, está sin duda sano.
El juego es la mejor
universidad, a través de él, los niños pequeños aprenden a relacionarse
con el mundo, desarrollan su imaginación, se implican emocionalmente,
imitan a otros niños, a sus padres, mueven sus músculos y
articulaciones. El juego es el mejor entretenimiento para la
inteligencia, la capacitación de habilidades, las emociones y la
actividad física. Más tarde, el juego permite socializar al niño,
potenciando las relaciones con otros niños y con su entorno.
Psicomotricidad, imaginación e inteligencia
Cuando juegan, los niños
ejercitan su cuerpo en crecimiento, aprenden a controlar y coordinar sus
músculos, las articulaciones, los movimientos, pero además, estimula la
inteligencia y las emociones. Por eso, el juego tiene que ser siempre
entretenido, divertido, para que sea voluntariamente aceptado.
Con el juego los niños adquieren
experiencia al conocerse a si mismos y al mundo que les rodea, aprenden a
ser imaginativos, a dramatizar, simulando ser otras personas, niños,
adultos o animales, aprenden a compartir, tolerar frustraciones, y a
representar escenarios y situaciones reales o irreales que les
permitirán acercarse al mundo de los adultos.
El juego es imprescindible en
todas las etapas de la infancia, lógicamente cambian el tipo de juego y
su significado. Existen casi infinitas formas de jugar, solo limitadas
por el espacio que tienen para desarrollar sus juegos, los recursos que
les proporcionan los adultos y por su propia imaginación. Por ello los
adultos deberían facilitar los medios para jugar, los materiales y el
espacio necesario para ello.
Compañeros de juegos
Los padres son los primeros
compañeros de juego de sus hijos, con ellos aprenderán a imitar sonidos a
coger los juguetes que se le ponen en las manos, a tirarlos y
deleitarse con el ruido que provocan al caer, más tarde a esconder y
encontrar cosas. Poco a poco tu hijo aprenderá a jugar solo durante
cortos periodos de tiempo, cada vez podrá entretenerse más tiempo solo,
siempre que tenga objetos con los que jugar y espacios para ver; cuando
puede desplazarse gateando aprenderá a coger las cosas que le rodean con
las que puede desarrollar su imaginación.
En la edad preescolar aprenderá a
jugar con otros niños. El juego le permitirá ser cada vez más
independiente, que es el objetivo final de la educación, lograr que tu
hijo sea un adulto independiente, equilibrado y bien relacionado con su
medio, metas imposibles de conseguir sin el juego.
¡Juega con tus hijos!
Los padres, muchas veces influenciados por la
industria del juguete, proporcionan a sus hijos solo “juguetes
educativos”, limitando el juego que permite aprender sobre el mundo
real, sobre si mismo y sobre su entorno, y esto es tanto o más
educativo. Es muy útil y agradable para tu hijo, también para ti, que
juguéis juntos, revolcándoos por el suelo, modelando plastilina,
cantando, bailando o jugando al baloncesto. Esto no solo mejorará
vuestra unión, también hace que tu hijo se sienta mucho más feliz, a la
vez que tu puedes recuperar la alegría del recuerdo de tus juegos
infantiles.
Algunos padres, quizás tú, por
motivos, generalmente de trabajo, no tienen tiempo de jugar con sus
hijos. ¡No saben lo que se pierden! Aunque descubran años después su
error, ya nunca podrán recuperar las sonrisas, las alegrías, las
emociones y el progreso de su hijo. Aunque sólo sea media hora al día,
dedica tiempo a jugar con tu hijo. No para ver la televisión, tampoco
para ver como juegan otros niños, muñecos o dibujos animados, sino para
que te liberes de todas tus cargas y obligaciones y juegues al
escondite, a los indios, o a imitar a quien tu hijo quiera. Y los fines
de semana dedícale más tiempo, os lo merecéis.
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